¡Qué hay de mí que no soy yo?…
No soy “yo” cuando critico o juzgo, a mí o a los demás.
No soy “yo” cuando me culpo o culpo a otros.
No soy “yo” cuando me lamento o creo desolación.
No soy “yo” cuando temo o actúo para que otros teman.
No soy “yo” cuando me infravaloro o hago de menos al otro.
No soy “yo” cuando me preocupo o llevo intranquilidad a los demás.
No soy “yo” cuando sólo pienso en ganar y que otros pierdan.
No soy “yo” cuando miro únicamente por mí y olvido qué necesita ella o él.
No soy “yo” cuando prefiero tener razón a ser feliz.
No soy “yo” cuando odio y pospongo amar…
Y…
Soy Yo cuando procuro comprender o al menos aceptar.
Soy Yo cuando lejos de culpabilizar recojo mi responsabilidad y la asumo.
Soy Yo cuando creo en mí y valoro a todos por lo que son más allá de las apariencias.
Soy Yo cuando no permito que el miedo me haga olvidar que somos eternos y que estamos a salvo.
Soy Yo cuando contemplo la divinidad que habita en todos nosotros.
Soy Yo cuando confío en la vida y estoy seguro que a todos nos provee de lo necesario.
Soy Yo cuando comprendo que ganar no es lo opuesto a la derrota, sino la victoria de todos.
Soy Yo cuando siento que tu bien es mi bien, que mi dicha es también la tuya y que caminamos juntos.
Soy Yo cuando olvido lo que parece restarnos y me centro en lo que suman tu corazón y el mío.
Soy Yo cuando Amo…
¿Quién es el “usurpador” que actúa en nuestro nombre cuando “no somos”?
Hace tiempo que vengo persiguiendo a este “impostor” que a todos nos invade…
Y aquí en La Luna Escarlata, le vamos a desenmascarar.